11.09.2009
Le amaba, pero sabía que si no le pegaba un tiro allí mismo la misma vocecita de siempre la quemaría por dentro. Ella era así.
Y, de repente, PÚM. Seco y frío, como él.
Y así, sonriente, con el pensamiento de deber cumplido, se fue, contenta de saborear esa tonta, dulce y a la vez ácida libertad.
Etiquetas: Mis propios cuentos
1 Comment:
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- Virginia. said...
9 de noviembre de 2009, 20:15Demasiado en pocas líneas (:
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