Tu mundo es igual que el mío.


6.23.2009


- Perdona, ¿Puedo sentarme aquí? Llevo todo el día caminando y me duelen las piernas.
- Claro, siéntate. Soy Dave.
- Gracias, yo soy Nicole.
- ¿Todo el día caminando? ¿A dónde vas?
- A ninguna parte, a donde me lleve mi imaginación, y he ido a parar aquí, justo aquí, a esta vieja parada de autobús. Raro, ¿Verdad? Y ahora cogeré el primer autobús que pase y seguiré mi camino.
- ¿Y qué buscas?
- Un lugar donde quedarme y ser felíz, el lugar adecuado para mi, y estoy segura de que lo encontraré. Pero hablemos de tí. ¿A dónde vas tú?
- A buscar mi felicidad, la tiré el otro día y me siento culpable. Voy a recogerla.
- Hacemos un trato. Yo te ayudo a enconrarla y luego tú me ayudas a mi. ¿Qué te parece?
- Trato hecho. Mira, ya viene el autobús del cementerio de tristeza.
- ¿Tiraste ahí tu felicicidad?
- No, pero antes quiero enterrar la tristeza, la tuya y la mía.

6.14.2009


- ¿En qué mundo vivimos? A estas alturas del siglo XXI y que no se hayan inventado unas pastillas para olvidar, ni siquiera en jarabe. Lo único que se ha inventado es el alcohol, te ayuda a olvidar, pero te mata por dentro. ¿O acaso te crees que, cuando te hayas tomado la última copa, no te tomarás algunas más? Incluso puede que te fumes un par de cigarrillos, y después andes vagabundeando por la calle sin saber dónde ir. Y ten cuidado de que no llueva.
Y ni siquiera se lo puedes explicar a alguien, porque no existe ese alguien, los de tu alrededor son felices, no lo entienden.

6.05.2009


Cuando salió de la ducha, se pintó la raya del ojo, se dibujó una sonrisa perfecta y se peinó las ondas de su pelo. Estudia cada palabra, cada gesto. Rellenando los silencios con palabras que no quería decir, imitando a personas que odia porque la odian. Cuando llega a casa, se cambia el impresionante vestido azul por un camisón gris y se lava la cara. Todo es un disfraz, tener la palabra precisa en los labios, la sonrisa que espera ver. Reirse para que quiera desnudarla, decir únicamente lo justo, todo lo que él quiera oir. Porque sin duda alguna, ella pierde la partida, porque para ganarla hay que jugar. Todo es olvidar hasta ser alguien que quiera recordar. Hoy ha tenido suerte, las palabras no se han quedado atrapadas en sus ojos, y se ha limitado a mirar los cordones de sus zapatos. Mañana, un reto nuevo: Enamorarle.

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