Perdida en Manhattan.

- ¡Corre, Em! Siempre la más lenta, ¿eh?- Dijo Omar burlándose de ella. Le odiaba demasiado.

- No me gusta correr, idiota. A mi me gusta volar, ¿Sabes? No, no lo sabes.- Respondió Em.

- Menuda gilipollez. Volar es imposible, ¿Sabes? No, no lo sabes.

- Tú si que eres gilipoyas. Será imposible para ti, que no sabes lo que es.- Esto último lo dijo bajito, procurando que solo le escuchara él.

- Cada vez me haces más gracia. Hay cosas que por mucho que estén escritas en los cuentos no son reales. A ver si te enteras. Y a ver si dejas ya de leer cuentos.- Pobre chica, no le gustaba decirle eso, pero a él nadie le superaba. Si hay que hacer daño, se hace. Y punto.

La gente hacía oídos sordos a su conversación y el color de las mejillas de Em aumentaba por momentos.

Omar quería terminar ya con aquello, quizá porque Em no es guapa y no le interesa.

- Más gracia me haces tú a mi que no sabes ni leer. Y lo de volar no es algo que esté escrito en un cuento cualquiera. Está escrito en mi cuento. Y tú no apareces en esta historia, lo siento.- Sus narices estaban muy próximas y Omar aprovechó para poder mirarla a los ojos. Tenía razón, esta chica no es guapa, es guapísima.

- No tengo ningún interés en aparecer en tu historia.

- Tienes razón, para quedar mal, mejor no aparecer.- ''Joder, Em. Te gusta demasiado'' Pensó.

Lo que no se imaginaba es que Omar pensaba lo mismo en ese momento.